lunes, 15 de diciembre de 2014

Oscuridad

Vivimos en un mundo extraño, un lugar de incoherencias y de paradojas que parecen ser cómicas pero que más bien tienen un sabor amargo.
Nada de lo creíamos cierto resulta serlo: todo es posible, nada es verdad.
Buscamos culpables a los problemas del mundo, pues alguien tiene que cargar con la responsabilidad de nuestras desgracias. Algunos apaciguan su alma creyendo en un dios y este es la respuesta a todas las incógnitas del ser humano.
Otros buscan la explicación en la ciencia y en los hechos empíricos.
Y otros, simplemente, aceptamos el mundo como es y luchamos por cambiar pequeñas cosas, poco a poco, para evitar sumirnos en un un sueño oscuro del que es muy difícil despertar una vez se está soñando.

Si mirásemos el reflejo del espejo alcanzaríamos a ver un ser que nos devuelve la mirada pero que, curiosamente, no somos nosotros mismos, al menos no quien nosotros reconocemos como nuestro reflejo. El ser que nos devuelve la mirada no es otro que la parte más turbia y oscura de nuestro propio ser, nuestro yo más interno y oculto: nuestros miedos, nuestros fracasos, nuestros pecados.

Somos nosotros mismos, aquella parte de nosotros que nadie puede ver.
Yo he vislumbrado mi lado oscuro. Le he sonreído y me ha devuelto la sonrisa.
No soy ningún ejemplo a seguir, tampoco alguien a quien odiar, soy tan solo el resultado de una vida.
Una vida que aún no ha llegado a su fin y de la cual aún hay mucho que escribir.


Kimeh.

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